“… 

pero el día amanece, y nada me parece la mitad de perfecto, como cuando tu estabas aquí.


Y es tan corrosivo este dolor,

y esta casa en ruinas que soy yo, soy yo

y es que estoy todo roto por dentro,

estoy todo roto y deshecho...”


M Clan



Navidad y Duelo



Quizá habría que empezar preguntándote … ¿Qué es para ti la Navidad?


Dependiendo de lo que sea para ti la Navidad, el duelo te afectará de diferente manera y en diferentes ámbitos. Pero, creo, que hay cosas que nos afectan todos.


Las ciudades se llenan de luces… A muchos nos molestan esas luces. Sensorial y sentimentalmente. En mi caso, parece que hubiera perdido la capacidad de verlas como algo hermoso o, en muchos casos, como hacíamos Víctor y yo, para reírme un poco de lo fea o extraña que ha quedado una determinada figura con las luces. Ahora solo soy capaz de ver luces parpadeantes que parecen poner mi sistema nervioso en el disparadero.


Las tiendas, los supermercados se llenan de colores brillantes y de ese sonido irritante de fondo, esos villancicos que parecen sonar más rápido, más fuerte, más chillones… Te preguntas si siempre han sido así o si ahora, de repente, es cuando lo estás escuchando.

Las fechas señaladas. Y HAY QUE celebrar. Tenemos otras fechas señaladas, pero son más privadas. La Navidad nos trae la “alegría por obligación”, las sillas vacías en la mesa, los regalos que ya no vas a comprar y los que no vas a recibir. Podrás hacer otros, podrás recibir otros, pero nunca volverás a comprar los suyos. No volverás a verle cantar en la mesa, no volverás a verla colocando la estrella en el árbol… Y todo eso, nos lo recuerdan estas fechas. Esta alegría impuesta, este consumismo salvaje en el que todos acabamos participando de una manera u otra, esta celebración religiosa del nacimiento de un Dios con el que has dejado de sentir alguna conexión, esta vida de luz y colores brillantes en tu pequeño mundo de colores grises y opacos… Todo esto, en muchos casos, lo único que hace es abrir nuestra herida en un momento en el que además se nos exige no quedarnos solos, celebrar, comer, beber…


No tenemos nada que celebrar. ¿Suena duro? ¿Tenemos otras razones para celebrar? Es probable. Pero es que, algunos, no sentimos que tengamos que celebrar nada. Y es tan respetable como aquel que se arma de valor y decora toda su casa en honor a quien se marchó y disfrutaba llenando la casa de espumillón, y tan respetable como el que decide poner una foto de quien falleció en la mesa de Nochebuena, e incluso poner su cubierto.


Cada cual ha de intentar llevar su duelo como buenamente pueda de acuerdo a sus creencias, costumbres y posibilidades. Sabemos que muchas veces queréis “rescatarnos” pero escuchad lo que os decimos.

Necesitamos espacios seguros para llorar, para hablar de nuestro duelo, necesitamos tomar distancia, necesitamos mantener nuestras rutinas, necesitamos no sentirnos culpables por sentirnos tristes, hay quien, además, necesita espacios para honrar a la persona que falleció.


Llegará el día en el que no duela igual, en el brindemos por ellos sin llorar, en el que su ausencia nos permitirá sonreír y poner ese adorno que tanto le gustaba… Pero, mientras ese momento llega….

Si estás aquí y estás en duelo, permítete todo. No te juzgues. Vívelo. Sin más. Toma la mano de quien te la extiende cuando sientas que la necesitas.


Si estás acompañando a alguien en duelo, permíteselo, ayuda a esa persona a quien tanto quieres a vivir todas sus emociones y respeta sus espacios de soledad, confía en ella. No te ofendas si rechaza tu invitación, hecha con todo el amor, no es personal, no te rechaza a ti. No es nada malo, no son pasos atrás. Sólo es Navidad y los echamos de menos. Mucho. Muchísimo.


Que las fiestas nos sean leves.


Te abrazo, fuerte y sinceramente,

Nur.  

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