“ Nunca hubiera podido imaginar que una ausencia ocupara tanto espacio, mucho más que cualquier presencia"

Ana María Matute


DUELOS Y “CONSEJOS DE SABIOS” 

JAMES Y SUS MUDANZAS

Cuando arranca el proceso de duelo, quienes acompañan al doliente, en muchos casos, y siempre con la mejor intención, partamos de este punto, se convierten en un “consejo de sabios” que busca cómo quitar sufrimiento y problemas al doliente y suele empezarse un proceso, basado, y esta es la clave, en la mayoría de los casos, en afirmaciones que se han oído, en mitos que se perpetúan de boca en boca, pero que tienen muy poca relación con la realidad del duelo. Lo que más necesitamos de nuestro entorno en un proceso de duelo es compañía, es saber que nuestra tribu, nuestra red de salvación, está ahí. Mucho más que soluciones, consejos y, desde luego, imposiciones y directrices para tomar decisiones de las que nos podríamos llegar a arrepentir y / o que podrían causar más dolor.


Conocí a James en un grupo de apoyo de duelo por suicidio. Nos separan muchísimos kilómetros, pero nos unieron dos hechos importantes: ser viudos por suicidio y que ambos murieran en el propio domicilio.

Tras una muerte violenta siguen existiendo supersticiones y tabúes acerca de cómo se debe actuar. En mi caso, creo que la mayoría de mi entorno esperaba que abandonara la casa, que cerrara la puerta y nunca volviera porque sería insoportable llevar el duelo en ella. En su caso, tanto se le expuso a la posibilidad de que le sucediera algo malo (cosa que, afortunadamente, a mí nadie me dijo) que finalmente decidió salir de ella y buscar otro lugar en el que vivir.


Pasado un tiempo en el que iba por la que había sido su casa, solo a limpiar y alguna vez a trabajar, sentía la necesidad de volver allí. Según avanza el duelo, puedes sentir tus decisiones de manera muy diferente y te cuestionas qué hiciste, qué no hiciste y, sobre todo, por qué. Él no quería dejar su casa, él quería alejarse de todo lo que le habían dicho que podría suceder ahí. En ese momento, empezamos a hablar de qué nos había sucedido a cada uno y cómo lo habíamos vivido. Un año después de aquellas primeras conversaciones le he pedido permiso para contar un poquito de su historia y le planteé algunas preguntas (gracias, amiguito, por esto y por tanto 😊):

  • P.- ¿Qué o quiénes te animaron a mudarte de tu casa tras la muerte de tu mujer?
  • R. -Básicamente, todos. No hubo una persona que me diga que me quede en esta casa.
  • P- ¿Cómo lo viviste?
  • R.- No sé, me hicieron creer como que algo malo podía pasar en esta casa. Hay mucha leyenda urbana, por lo menos acá, de los que creen en la religiosidad de que quedan las almas dando vueltas y van a aparecer demonios por la noche.
  • P.- ¿Qué te animó a volver y cómo llevas tu nueva vida en la que antes fue vuestra casa?
  • Ver el testimonio de gente como vos que habían estado en esa casa y no pasaba nada, ninguna de las estupideces que me decían mis amigos, etc.
  • P.- ¿Has cambiado cosas para sentirte mejor?
  • R. – La verdad que la que cambié, la cambié porque no me gustaba de antes, saqué cosas que no me gustaban, pero no para sentirme mejor por el hecho en sí, lo hubiese tirado antes también cuando ella estaba viva.
  • P.- Según tu experiencia, salir de tu casa, cambiar de ambiente… ¿Alivió en algo tu duelo?
  • R.- Podría decir que sí… No sé, la verdad, no sé… porque tendría que haberme quedado todo el tiempo para saberlo. Alivió porque estás con gente en otro lugar, pero también si hubiese estado acá con esa misma gente, quizá se hubiese aliviado. Entonces, la verdad, no sabría qué contestarte.
  • P.- ¿Qué ha sido fundamental para ti para llevar el duelo? La soledad, la compañía, hablar, no hablar, música…
  • R.- Eso es fácil, la música, el hablar con la gente, la compañía, salir, hacer cosas que te gustan, ir a la cancha, tomarte una cerveza… Tratar de hacer las cosas que a uno le gustan. Si no, te quedas solo y es peor. También a veces estar solo…. Todo un poco.

Si acompañas a alguien en duelo, antes de aconsejar, reflexiona en qué se basa esa recomendación. ¿Son tus creencias religiosas o espirituales las que hablan? ¿Es tu miedo? ¿Realmente aporta una ayuda esto que voy a decir? ¿Esto sería realmente lo que él/ ella querría hacer? Un doliente no puede pensar con claridad, es (muy) fácil confundirnos aún más.


En mi caso, fui afortunada. Nadie me dijo qué tenía que hacer. Y una de las pocas cosas que tenía muy claras era que no quería salir en ese momento de mi casa porque nunca más podría volver. Prefería el dolor de la ausencia y los recuerdos en cada esquina de la casa al vacío inmenso que se añadiría al agujero negro que sentía en el pecho si, además, me alejaba de esos mismos recuerdos y del lugar seguro que para mí era y es mi casa.


Cada duelo es un mundo, James salió, yo me quedé, otros viudos conocidos piensan que hubieran preferido marcharse, pero las circunstancias no se lo permitían. James escuchaba música, yo no pude durante muchos meses, hay quien entra en un estado de letargo y hay quien decide volcarse en la vida como si tuviera que vivir por dos…


¿Mi decisión fue mejor que la de cualquier otro superviviente que decidió marcharse y empezar en otro lugar? Por supuesto que no. Lo único “mejor” en esta situación es que sea una decisión verdaderamente NUESTRA. Quedarse, marcharse, reformar, no reformar… Nada es mejor ni peor, pero cada superviviente debe poder sentir qué hacer y llevar a cabo un proceso lo más cercano posible a sus propias creencias y sentimientos.

Acompañemos, respetemos… Ayudemos.


Si estás en este proceso de decisiones después de la muerte de tu ser querido… Te cuento que, a mí, lo que más me ayudó fue intentar hacer aquello que sentía que me hacía menos daño. Escucharme y respetarme fue para mí el mejor cuidado que pude darme.


Te abrazo, fuerte y sinceramente,


Nur












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